La valentia d’innovar a l’Administració

Després de l’explicació d’Alberto Ortiz de Zárate sobre el paradigma de la confiança a l’Administració, continuem amb un vídeo nou amb idees per innovar l’Administració. Aquest cop és José Ignacio Familiar, consultor i cooperativista, qui parla de la valentia d’innovar a l’Administració.

Per Familiar, cal ser valent i arriscar per tenir idees bones. Amb tot, assegura que és habitual a l’Administració i en altres organitzacions o institucions trobar persones que es fan enrere, que només veuen els problemes però que no s’esforcen per trobar-hi solucions.

Segons ell, cal aconseguir que les persones que treballen a l’Administració, com en qualsevol altra organització, no tinguin por i vulguin arriscar. A més, diu, és necessari aprendre dels errors i agafar un altre camí, que segur que també serà arriscat, si se’n comet algun.

Creieu també que, per innovar a l’Administració, «és millor demanar perdó que demanar permís» com diuen els programadors de Python?

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5 respostes a “La valentia d’innovar a l’Administració

  1. No ho tinc gens clar. A l’Administració arriscar pot ser massa arriscat. Malgrat l’imparable evolució, encara hi ha molts directius que, davant els errors, s’esforcen per trobar culpables a qui “tallar el cap” per evitar que el seu corri perill. Molt han de canviar les coses perquè sigui possible demanar perdó enlloc de permís! Ens agradi o no, molts dels nostres directius continuen posant el focus en els problemes i no en les solucions.

  2. Hay un círculo vicioso. La Administración no arriesga porque tampoco se le perdona el error. Haría falta una mayor y mejor conciencia cívica para entender que las cosas no siempre salen bien cuando se intenta innovar. El precio de jugar sobre seguro es el inmovilismo, que a la larga tiene peores consecuencias.

    Una salida para romper este círculo vicioso es implantar las innovaciones en pequeños entornos controlados y que, después, si las cosas van bien, se puedan extender a otros ámbitos más amplios.

    Más difícil es pronunciarse sobre el literal de la pregunta: ¿mejor pedir perdón que permiso? Depende de los casos. Una vez más, hay que aplicar el juicio, el sentido común. Los catalanes le llamáis ‘seny’, ¿verdad?

    Pero a veces sí, hay que tirarse a la piscina, porque si hubiera que contar con todos los parabienes para hacer cualquier cosa, en la Administración sería imposible cambiar nada.

  3. Disculpas por el retraso en sumarme al debate. Hasta hoy no he dispuesto de un teclado como es debido para escribir un comentario en condiciones.

    Lo cierto que el comentario tiene la virtud de la espontaneidad. Prácticamente fue una improvisación después de unos pocos minutos de reflexión. Después desarrollé un poco más la idea en una entrada en mi blog.

    En pocas palabras, quiero destacar que el miedo al fracaso en las AAPP, como en muchas organizaciones privadas, no nos engañemos, sirve de escusa para que las personas vivan cómodamente en su zona de confort ajenas a cualquier esfuerzo innovador y que la legislación/normativa es muchas veces la escusa perfecta. Que no el motivo.

    Yo soy un ferviente partidario de pedir perdón antes que permiso. Porque, además, el fracaso no es consecuencia exclusiva de la innovación. No sé cuantas políticas públicas actuales resistirían una auditoría en condiciones. La carencia de una evaluación sistemática de las políticas públicas oculta enormes errores de planteamiento y focos de ineficiencia. Llegado el caso, pienso que es mejor fracasar haciendo un esfuerzo sincero por avanzar, que de estos fracasos se aprende, que no hacerlo a consecuencia de las habituales barreras y vicios que presenta el funcionamiento actual de la Administración Pública y de la política de partidos.

    Gracias, Jordi (y equipo), por esta oportunidad que me has ofrecido de expresarme y aportar mi punto de vista. Un saludo!

  4. Creo que el motor del riesgo por la innovación lo debemos aportar las empresas externas que trabajamos para la Administración. Sin duda, en estos tiempos de crisis, nadie se apunta al riesgo porque igual no te vuelven a llamar si no se consiguen los resultados esperados (¿cuántas veces me quejo de cómo se elaboran los resultados esperados?). Siempre nos hacemos la pregunta, ¿y si esto fracasa? A mi me gusta siempre plantearme ¿y si esto funciona y creamos nuevos precedentes?

    Si estamos esperando a que alguien nos diga que innovemos y que nos van a premiar los errores, vamos listos pero me gustaría vivir en un entorno en el que se penalizara al que no arriesga ni aporta un paso adelante sobre lo que ya conocemos.

    Pero, por otro lado, cómo medimos el éxito y el fracaso: ¿Cuali o cuanti? Hay que empezar a medir más cuali que cuanti. ¿De qué sirve tener miles de seguidores inactivos o miles de visitas sin dejar rastro? Prefiero 100 accesos activos que aporten valor.

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